Propusiste un baile, una cena y un amanecer;
amanecimos sin hambre después de bailar toda la noche.
Calaste en mí con esa mirada capaz de hablar
y soltar los versos más silenciosos
que despiertan esa pasión que parecía inerte.
Y llegó esa calma después de la tormenta,
la que tanto nombran en poemas, canciones y frases hechas.
La calma que cierra todos los interrogantes que dejo abiertos
y da respuesta sin dejar lugar a dudas.
Porque no hay dudas,
no hay miedo;
solo calma.
Y con esa calma estás ahí,
tumbado a mi lado,
y nos miramos a los ojos fijamente para saber por dónde cogernos,
por dónde calarnos.
Y me calas,
me calas en la primera sonrisa,
en el primer parpadeo.
Y me guías
como si fuese sencillo,
como si enseñar a volar fuese lo tuyo.
Y volamos,
volamos más alto que esos pájaros,
y sin alas
llegamos al suelo con más delicadeza que esa gota
que resbala por tu mejilla y te besa sin mojarte.
"Al volar, todo lo demás
es lo de menos, está de más."
Ilustración: Paula Bonet
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