Mil y un motivos. Tengo mil y un motivos para ser completamente feliz.
Seguro que me dejo alguno en el tintero, pero como mínimo son mil y uno.
Aún así, miento si digo que no lloro a menudo; que no estoy triste, amargada o gris (como el tiempo), más o menos
cada dos días. Y sin motivos, o al menos no los suficientes; con mil y un
motivos para ser feliz, la felicidad gana, eso seguro.
El caso es que es casi imposible negar nuestros sentimientos, al menos
hablo por mí. No hablo solo de los malos (de hecho, no creo que exista ningún
sentimiento malo. Los hay mejores, los hay peores, pero son sentimientos y de
todos aprendemos).
Puedes no mostrarlos, fingir que no sabes que están ahí, hacer el
idiota e intentar pasar de ellos. Pero no negarlos. Siempre acaban levantándote
o hundiéndote.
Al llegar la hora de irse a la cama por la noche, el cúmulo de todos
los sentimientos del día se hace una bola gigante y te hace pensar. Esto para las
mujeres esquizofrénicas como yo, o al menos bipolares, no es nada fácil. No es
que tenga uno, dos o tres sentimientos diferentes a lo largo del día, no. ¡Son
muchos, muchos más! Puedo levantarme con el mejor humor del mundo, desayunar, y
mientras me estoy vistiendo acordarme de lo que dejé por hacer el día anterior
y cabrearme conmigo misma, lo que hace que esté irascible y solo han pasado
como mucho cuarenta minutos. Imagina
cuando hayan pasado doce horas.
El caso es que cuando me siento a leer en la cama no puedo pasar dos
páginas del libro sin empezar a pensar en los mil sentimientos que he tenido a
lo largo del día. Y, claro, los días que han sido más maravillosos que otros no
hay problema, pero ¿los días que empiezo a estar irascible en el minuto
cuarenta desde que me levanto? Esos días son verdaderamente insoportables. ¡No
hay quién duerma! Supongo que los días así me invento los motivos para estar
“triste, amargada o gris”. El caso es que para esto no hay remedio, dicen que
se pasa con los años. Esperaré sentada. Aprenderé a ser plenamente feliz cuando
me dé cuenta de la pérdida de tiempo que supone estar triste. Eso o cuando me
toque el Euromillones.
Tengo una manta de los colores de Los Angeles Lakers tejida con mucho amor, creo que ese era el motivo que me dejaba en el tintero.
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