¿Ya tenéis preparado ese “algo”
nuevo y rojo para empezar el año? ¿Braguitas, ligeros…? Otro año que se nos
escapa delante de nuestras narices. Parece que fue ayer cuando estábamos dando
la bienvenida al 2013… ¡Qué maravilloso año! No es que cada año quiera hacer un
repaso, pero llegan los últimos días de diciembre y me sale solo. Y es que 2013
es mi año, estoy casi segura, ¡ha sido increíble!
Estos días me hacen recordar lo
que ya no podrá volver, pensar en los días que he dejado pasar, las cosas que
he dejado sin decir cuando tenía que decirlas y las cosas eternas que recuerdas
año tras año. No hay más remedio que pasar por esto una vez más, pero ¡tampoco
es para tanto, oye! El año empezó estupendamente. Creo que tenía todo lo que podía querer
y lo que no. He aprendido que nada es lo suficientemente obvio como para obviar,
que la suerte es cuestión de actitud, y que las personas aparecen y desaparecen
de tu vida en el momento adecuado.
Este año esconde maravillosos recuerdos llenos de luz. A pesar de
todo, guardo increíbles imágenes de los primeros meses del año. Recuerdo fines
de semana fugaces, caricias, miradas, desayunos, besos. Paseos por la playa, el
sol, sus abrazos, el mar, la huída de las olas y su sonido; sus detalles, todos
sus detalles. Despertar a su lado y pensar en que los días eran, cada vez, un
poco más maravillosos.
Después pasaron esas cosas que tenían que pasar. Desaparecieron de mi
vida ciertas cosas que entraron en ella demasiado rápido, casi sin permiso. Me
dejó de hablar quien tenía que dejarme de hablar, porque todas las cosas
suceden por algo, y supongo que el daño que causaron servirá para algo en un
tiempo. Todas esas sensaciones por las que también hay que pasar, o eso dicen…
Gracias a esto he conocido a personas excepcionales, personas muy interesantes
de las que puedo contar mil historias que me han hecho disfrutar un poco más de
la vida.
He viajado más que en toda mi vida, ha sido un año concentrado de mil
emociones, buenas y malas, pero en todas hay algo, un pedacito de lección.
Me encanta saber que este año han entrado personas en mi vida que
permanecerán siempre y que han seguido estando las que entraron hace años y
decidieron quedarse.
El 24 de diciembre de este año encontré el reloj que me regaló mi
abuelo en sus últimos días, ¡por fin se ajusta a mi muñeca! Creo que es otra de
las cosas que hace que este año sea mágico. Supongo que lo bonito de la vida
son todos esos momentos que compartes con los que más quieres.
Ya estamos al 99% de carga del 2014, y ojalá sea, al menos como este.
Llegó el día de la despedida al 2013, y será por todo lo alto, porque lo
merece. Llegó la noche de ponernos guapos, de verlos con corbatas, pajaritas y
trajes que les sientan de maravilla. Llegó el día que dará paso a la que,
dicen, será noche más mágica del año. No sé si podrá ser cierto, porque este
año me ha dado las noches más mágicas de mi vida, pero es LA NOCHE. La última
noche y jamás he tenido tanto miedo de abandonar un año y de empezar otro.
Braguitas rojas preparadas, las mejores galas, el champagne enfriándose
y las doce uvas de la suerte listas para conceder los mejores deseos.
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